Una casa es mucho más que cuatro paredes. Para muchas personas es lo único que les queda. Para otros, es el lugar donde pasarán todo el día, todos los días, el resto de su vida. Y tenerla en condiciones poco dignas afecta a su calidad de vida mucho más de lo que pueda parecer. Por eso, cada año, cientos de jóvenes se ponen el mono durante el fin de semana y dedican su tiempo libre a hacer un lavado de cara a las casas de familias o personas que lo necesitan.
La campaña Painting for Others 2019 –que sale adelante con el apoyo de Fundación Pryconsa y Fundación Bankia Montemadrid y los materiales donados por Wenceslao García- llegará este año, en Madrid, a los distritos de Tetuán, Vallecas, Fuencarral y Barajas. El objetivo es rehabilitar 30 viviendas gracias a la implicación de 500 jóvenes voluntarios, durante los fines de semana del 8 de febrero al 31 de marzo.
La mayoría de los voluntarios son estudiantes que quieren dedicar parte de su tiempo a los demás y encuentran en Painting for Others una forma práctica y eficaz de prestar una ayuda muy necesaria. Los beneficiarios son familias o personas solas de edad avanzada y con escasos recursos, seleccionadas gracias a la colaboración de Cáritas y ASISPA.
Además de la rehabilitación de las viviendas, el objetivo es sensibilizar a los jóvenes sobre las condiciones de vida que afrontan muchas familias o personas solas, no tan lejos de su entorno. Además, para quienes ven adecentada su vivienda, la visita de estos voluntarios les ofrece, más que una simple mano de pintura, la calidez, cercanía y la mano tendida de un grupo de jóvenes dispuestos a dedicar tiempo, trabajo e ilusión para ayudarles a vivir un poco mejor.
Así lo recuerda, Gloria, una mujer ecuatoriana, viuda, que vive sola en el barrio del Raval, de Barcelona, y que recibió la visita de los voluntarios de la pasada edición de Painting for Others: “Desde que falleció mi marido, no había pintado, así que fue una gran ayuda. Además acudieron 6 ó 7 chicos muy buenas personas y muy divertidos y lo pasamos muy bien. Hasta nos hicimos fotos, comimos juntos el domingo… Y desde entonces de vez en cuando me llaman para ver cómo estoy. No me abandonan”. Por su parte, uno de los estudiantes que ha participado anteriormente en la campaña, en Madrid, Manolo, de 18 años, aseguraba que es un voluntariado que merece la pena: “Conocer historias de gente que desgraciadamente vive en situación de pobreza o exclusión, y poder ayudarles, a mí personalmente, me llena”.
El proyecto nació en Sevilla hace 22 años, pero se ha ido extendiendo a nuevas ciudades. Las últimas en sumarse fueron Tenerife, Las Palmas y Barcelona. En Madrid se lleva a cabo cada año desde 1997