Los alumnos del Centro de Formación Campus A La Par, de entre 18 y 25 años, que tienen discapacidad intelectual, participaron en una actividad de sensibilización sobre Personas sin Hogar, como parte del programa que ofrece nuestro proyecto Escuela Solidaria.
Los estudiantes tuvieron dos sesiones diferentes: una primera en la que en el aula se les impartió una sesión formativa sobre la realidad que viven las personas sin hogar, y una segunda en la que tuvieron la posibilidad de acudir al Albergue de Santa María de la Paz y escuchar de primera mano sus testimonios.
En la visita al albergue, los residentes prepararon una representación teatral en la que expusieron las duras condiciones que puede llegar a haber en la calle, cómo un cúmulo de malas decisiones puede llevarte a perderlo todo y la gran necesidad que existe de poner solución a este problema.
Intercambio de experiencias
Los alumnos trajeron comida para que las personas del albergue desayunasen al día siguiente. Llevaron sus alimentos favoritos, aquellos que a ellos les encantaría desayunar, pensando en que a los residentes también les podría apetecer mucho eso mismo.
El encuentro entre los chicos y los residentes fue de lo más fructífero. Ambas partes intercambiaron experiencias de vida que habían tenido, compartiendo vivencias determinantes y abriendo sus corazones de par en par. Fue muy emotivo y sirvió para que los jóvenes comprendieran cómo los residentes habían acabado sin un hogar.
Para los residentes escuchar algunas de las historias de los estudiantes fue muy gratificante y enriquecedor, y así se lo hicieron ver. «Para mí, que hayáis venido ha sido un regalo, no tenéis ni idea de la lección que nos estáis dando y todo lo que estamos aprendiendo de vosotros», señaló Rufino.
Cambio de percepción
Los alumnos del Centro de Formación Campus A La Par son jóvenes de entre 18 y 25 años con discapacidad intelectual que siguen un plan educativo dirigido a su inserción socio-laboral. El interés, la disposición y la curiosidad por conocer más a las personas del albergue fueron muy destacables, y reflejaron todo lo que esta actividad les estaba aportando y concienciando.
«Es muy importante que estas realidades se conozcan, y que se hable de ellas, solo así podrán solucionarse», comentó Dani, un chico que tiene Síndrome de Asperger. Los jóvenes finalizaron la actividad satisfechos, agradecidos con los residentes del albergue por haber compartido con ellos sus historias, y con un cambio en la percepción que tenían de ellos.