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Saludar, presentarse, preguntar el nombre y decir el propio, rompen el desprecio que a menudo rodea a las personas sin hogar. Se caracteriza por la soledad y el aislamiento, en muchos casos, sin contacto con sus familiares.
El programa se centra en la formación de voluntarios que puedan atender a personas sin hogar. En él, los jóvenes de Extremadura tratan de mejorar su situación como personas e intentan erradicar estas situaciones de pobreza y exclusión.
La primera ayuda que les dan es devolverles su dignidad como personas y darles atención, ya que en la mayoría de los casos son ignorados. Para ello, los voluntarios hacen rutas por las calles todas las semanas y les ofrecen conversación y un desayuno. Muchos de ellos se quedan en el mismo lugar, por lo que los jóvenes pueden llegar a tener una relación personal con ellos.
Así se consigue una mejora de la vida de las personas sin hogar y, por otro lado, fomentar el voluntariado y compromiso de los jóvenes con los más desfavorecidos, implicando a 75 jóvenes en las rutas semanales.
Si quieres conocer historias reales de personas sin hogar, pincha aquí y podrás comprobar la dureza de esta realidad.