Además de una casa, lo que necesitan las personas sin hogar es compañía, conversación, cariño.
Grupos de jóvenes preparan termos, bollos y galletas. Andan por las calles de Oviedo hasta encontrar a aquellos en situación de vulnerabilidad.
A través de la compañía que les ofrecen, se comparte más que una comida; se comparte conversación y acercamiento entre los voluntarios y la persona en exclusión social. Durante ese rato es fundamental acercar realidades que en la mayoría de las ocasiones parecen opuestas. Además, hay que procurar ser cercanos para que la persona vea en los voluntarios un puente de conexión con los servicios sociales que se ofrecen en la ciudad de Oviedo.
Gracias a “Desayunos solidarios” los jóvenes son capaces de hacerse cargo de lo que supone estar en la calle. Con este programa se sensibilizan y son conscientes de la situación de estas personas.
Si quieres conocer historias reales de personas sin hogar pincha aquí y escucharas la dureza de esta realidad.