
Durante varias semanas de junio y julio, jóvenes de distintos colegios y clubes de Valencia han colaborado participando en diferentes actividades con personas inmigrantes y en residencias con personas mayores. También con la Fundación Espurna en actividades inclusivas con personas con discapacidad.
Desde talleres creativos hasta juegos, salidas al aire libre y visitas domiciliarias, los voluntarios han compartido tiempo y afecto con personas que a menudo se sienten invisibles.
La cercanía y el respeto han sido la base de una experiencia donde todos han aprendido.
Un verano donde lo importante no ha sido hacer muchas cosas, sino hacerlas con cariño.