Años de esfuerzo, empeño y afán de superación han permitido a Mohamed Aqarqach, llegar más lejos de lo que imaginó. Alumno participante en el Programa de Liderazgo Social de Zaragoza, termina el Bachillerato ilusionado por ser además voluntario, como los que le ayudaron a él.
Un ambiente marginal, familia monoparental, una casa muy pequeña, amigos tonteando con las drogas… El entorno en el que Mohamed Aqarqach se tenía que abrir camino no era precisamente prometedor. Cuando aterrizó en el Programa de Liderazgo Social, del área de Aragón de Cooperación Internacional, tiraba como podía con primero de la ESO: desanimado, llamando la atención en clase, pasando muchas horas expulsado y suspendiendo casi todas las asignaturas. Pero descubrió el proyecto, que aúna apoyo escolar, deporte y voluntariado y, poco a poco empezó a aflorar en él lo mejor que tenía. “Nosotros llegamos al barrio, pero éramos gente de fuera, de otra cultura, de otra religión… pero él veía algo en lo que podía confiar -cuenta Pedro Herráiz, director del Programa-. Y empezamos a tener conversaciones, a conocerle y descubrimos la pura esencia de Moha: un tío con mucho afán de superación y con un corazón enorme”.
Entonces empezó a coger otro ritmo de vida, en el que dedicaba tiempo, con constancia, al estudio, al deporte y a actividades de voluntariado, con mayores, personas sin hogar o con discapacidad. “A mí me marcó mucho la Operación Cajeros, con la que íbamos a acompañar a personas que dormían allí. Me hacía esforzarme más en los estudios, porque yo no quería acabar así –cuenta-. Y mis amigos decían que me habían comido el tarro. Después me fui distanciando de esos amigos, porque empezaban a meterse en drogas y yo quería ir por otro camino”.
Pero él siguió adelante, y después de conseguir terminar Secundaria, desde el Proyecto le animaron a hacer Bachillerato. Sus profesores creían que era una meta demasiado alta, y él estaba muy asustado. “En la ONG me hablaron de ambición, de pelear por los sueños y de no tener miedo a arriesgar”, recuerda. Y se arriesgó. Como tenía poca base, tuvo que pasar un verano recibiendo clases diarias durante varias horas con un voluntario, para alcanzar el nivel mínimo para hacer Bachillerato. Y, después de mucho esfuerzo y un año más de estudio que sus compañeros, contra viento y marea, Moha ya tiene el título de Bachiller. “Esto para mí es algo muy muy grande. Pasar de suspender todas a aprobar y sacarme el Bachillerato, cuando pensaba que no iba a sacar ni la ESO, es para mí algo que no sé ni cómo explicar, es como un doctorado”.
Ahora va a hacer un grado superior de Mecánica y está muy ilusionado con poder ser voluntario de Cooperación Internacional para ayudar a otros chicos como él a seguir sus pasos. “Yo además les entiendo bien, porque soy uno más del barrio”, asegura. Y tiene clara la lección más importante que ha aprendido en el Programa de Liderazgo Social: “A ayudar a los demás, sin esperar nada a cambio”.
Este proyecto que cambia vidas, sale adelante con el patrocinio de Bergner, la colaboración de La Caixa, Ibercaja y Evair y la financiación pública del Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social y la Consejería de Ciudadanía y Derechos Sociales del Gobierno de Aragón.