04/08/2017

Cuidar a los niños de madres en proceso de inclusión, otra buena forma de pasar el verano #LivingforOthers

Ana tarda 35 minutos en llegar hasta el piso donde cuida a cinco niños. Allí también viven varias mujeres, las madres de estos menores, que cumplen condena en situación de tercer grado (semilibertad). En la Unidad Dependiente Ellacuría, estas pequeñas familias conviven con profesionales y voluntarios. Cooperación Internacional ONG colabora con la Fundación Horizontes Abiertos para que estas madres puedan alcanzar una normalización laboral. Pero, aunque no les queda más remedio que hacerlo así, la búsqueda no les permite pasar mucho tiempo con sus pequeños, por lo que buscan con la esperanza de que esta situación dure poco. Por esto, voluntarias como Ana dedican unas horas de su semana a los pequeños para sacarles, al menos, una gran sonrisa.

Desde el 26 de junio de este año, Ana empezó a acompañar a estos niños. Sorprendida de ella misma nos cuenta: “No había hecho ningún voluntariado, pero me tenía que quedar para un curso de fotografía y pensé, venga pues lo hago”. En estos meses de vacaciones, sin colegio, los niños van a un campamento de verano pero el resto del día, mientras sus madres no pueden estar con ellos, son las voluntarias las que se encargan. En estas circunstancias, junto con Sara van otras seis voluntarias más y, aunque siempre van acompañadas, nunca coinciden todas juntas.

De acuerdo a las necesidades de las madres, Ana va de 10 a 14 horas, aunque otras veces intenta encajar esa visita por la tarde. Las voluntarias no están solas, también les apoya una educadora infantil y, gracias a ella, tienen preparadas muchas actividades que adaptan a las diferentes edades, para que los niños puedan desarrollar todo su potencial. Con todo esto, no podemos dejar de lado el gran trabajo que hacen las psicólogas para ayudar a las madres a sacar adelante su familia.

Los niños siempre agradecen esa compañía, pero con las circunstancias personales que viven resulta complicado que sean extrovertidos. Aunque parece que no cuentan mucho, Ana sí comenta que “los mayores sí que te cuentan alguna cosa o te enseñan algún álbum de fotos”. No solo les ayudan con deberes o en tareas educativas, también pasean con ellos y van al parque. Son estos momentos en los que las voluntarias pueden compartir un rato con las madres y contarles un poco sobre su hijo.

Entre sus experiencias, lo más impresionante para esta joven ha sido que “son super normales, madres como cualquier otra y niños como cualquier otro que necesitan ayuda en este momento de su vida”, asegura. Ana ha aprendido mucho estas semanas y no quiere que la experiencia termine: “En septiembre me gustaría continuar, da mucha alegría”, dice convencida. Por nuestra parte, en Cooperación Internacional ONG esperamos poder seguir contando con la implicación de jóvenes como Ana, para dar continuidad a este proyecto.