23/02/2021

«Con la pandemia, la soledad ha aumentado en las calles», Sara Torrelo

Este es el testimonio de Sara Torrelo, una de las voluntarias en las rutas con las personas sin hogar por las calles de Madrid.

Hace seis años que decidió hacer este voluntariado de manera estable para hacer un acompañamiento a largo plazo. Ahora, ya conoce a las personas sin hogar, sus historias, sus circunstacias y sus necesidades.

Nos cuenta, en primera persona, cómo es hacer este voluntariado durante el invierno y qué significa para ella.

«Sales de casa y tiritas del frío, te vistes con capas hasta parecer una cebolla, pones una manta más en la cama para dormir cómodamente… Llega el invierno y el frío se cuela en nuestras casas y nuestro cuerpo sin pedir permiso, y con intención de quedarse. Manos y pies siempre fríos, el abrigo siempre en el coche; si no es el frío, es la lluvia, el viento, y en este particular año, la nieve. El invierno no tiene piedad y, sin embargo, dentro de tu casa, de tu nido, te pones un jersey más, te preparas alguna bebida caliente y lo afrontas. Sin embargo, no todo el mundo tiene tal privilegio. 

Llega el frío y los voluntarios salimos a la calle con una idea más o menos clara de lo que nos vamos a encontrar, y aún así, sorprende. Comencé el voluntariado hace seis años, y para mí, la peor época es siempre el invierno. También es la época en la que más recursos se ponen y más grupos de voluntarios nos encontramos (sobre todo en Navidad), pero es difícil combatir el frío. Muchas personas se encuentran con muy poca ropa de abrigo, y aquellos que duermen en la calle y no en los albergues de emergencia se arropan con mantas (si tienen) y cartones para intentar combatir el frío. Los más afortunados, que tienen animales de compañía, siempre nos dicen lo mismo: “Cuando llega el frío tener una mascota es lo mejor, te da calor”, arropados bajo las mismas mantas, pero abrazados a sus fieles compañeros que muchas veces son lo único que les mantienen con vida. 

El invierno es una época dura para dormir en la calle (todas lo son) y es una época en la que salir a las calles para poder aportar, aunque sea un granito de arena es tremendamente importante. Un vaso con caldo para calentar las manos, algo de comida para no tener que desplazarse en busca de un bocadillo, un café… Salimos y nos encontramos que nos reciben con los brazos abiertos y muchos que de normal no pedirían un vaso de café o de caldo, lo piden para poder recuperar algo de calor. 

Sara, a la izquierda, junto a otra voluntaria.

Lo malo del frío, también, y los días de lluvia, viento o nieve es la soledad. Las calles vacías o la gente corriendo por ellas para no mojarse y resguardarse en sus casas lo antes posible. Calles de normal llenas de compradores, vacías, dejando a muchos de los que piden en estas mismas calles sin ningún tipo de ingreso. Bajo un nubarrón, muchas personas se ven solas y como voluntarios podemos intentar solucionar eso, aunque sea sólo por un rato, hablando, con el café como excusa.

Con la pandemia, los confinamientos y restricciones que han resultado de la misma, ha aumentado la soledad en las calles, con la distancia social y el miedo generalizado. Si anteriormente la gente se paraba a hablar con personas en situación de calle, ahora mismo las posibilidades se han reducido muchísimo, afianzando esa brecha social que se crea con las personas sin hogar. Como voluntarios, no podemos solucionar todos los problemas sociales, menos aún todos los problemas que una persona sin hogar pueda tener (por mucho que nos duela). Pero con nuestras acciones podemos colaborar, aunque sea un poco en cerrar esa brecha, en disminuir un poco esa soledad, y, cuando menos, calentar las manos con un poco de café o caldo».