El Programa de Voluntariado Internacional ofrece la oportunidad de conocer otras realidades sociales a muchos de los jóvenes que colaboran durante el año en proyectos en España. En 2017, más de 300 jóvenes participaron en este programa que desarrollamos en el extranjero en beneficio de unas 3.000 personas en riesgo de exclusión.
En concreto, el campo de trabajo que desarrolla Cooperación Internacional en Tánger reúne a diferentes grupos de voluntarios en los meses de verano con la finalidad de colaborar en la atención a distintos colectivos vulnerables como es la infancia desfavorecida y las personas con discapacidad. Estas tareas se desarrollan siempre en colaboración con las entidades locales con las que colaboramos en la zona. De este modo, contribuimos, a través del voluntariado, en el desempeño de las tareas cotidianas que realizan y las necesidades que ellos nos muestran, implicando a más personas en este cuidado y atención a las personas necesitadas.
Desde el Área Territorial de Castilla y León, un grupo de 10 voluntarios y voluntarias del Colegio Montessori Salamanca estuvieron participando en este proyecto en Marruecos desde el 27 de junio y hasta el 6 de junio. Y desde el 8 y hasta el 16 de julio tomaron el relevo otros 15 voluntarios (17 – 19 años) del Colegio Mayor Peñafiel que se implican cada día con las personas que atienden y acompañan.
Entre las actividades que desarrollan en este proyecto en Tánger se encuentran las de enseñar español a jóvenes de la calle que atiende la ONG «Ningún niño sin techo», acompañamiento a personas con discapacidad, beneficiarios de los Franciscanos de la Cruz Blanca;así como el cuidado y atención de los niños de las madres solteras que asisten las monjas de Casa Nazaret.
Este campo de trabajo que desarrolla Cooperación Internacional en Tánger acuden numerosos grupos de voluntarios desde diferentes ciudades: Madrid, Zaragoza, Sevilla, Valladolid… «Es una experiencia que recomiendo enormemente. Lo que recibes del contacto con los niños que atendemos del centro y las excursiones que hacemos con las personas con discapacidad de la Cruz Blanca son momentos muy divertidos de los que aprendes mucho. Y luego, el buen rollo con los voluntarios, que se toman muy en serio el trabajo con estas personas y hacemos piña entre todos», asegura Sonia Rozas, una de las voluntarias más veteranas en el Hospital de La Paz a lo largo del año, en Madrid, y que también se suma de nuevo este verano al Programa de Voluntariado Internacional en Marruecos.